miércoles, 17 de abril de 2019

Reflexiones sobre el problema del patrimonio en México a raíz del incendio de Notre Dame

En días pasados el mundo (civilizado) se conmocionó por el incendio de la catedral de Notre-Dame. Dentro de la desgracia, tuvimos suerte que, según los primeros reportes, "sólo" se perdió menos del 10% de las obras de arte que se conservaban ahí. Muchas obras habían sido retiradas por los inminentes trabajos de restauración y por los festejos de la Semana Santa. Otras, que permanecían en la catedral salieron ilesas. Algunas se perdieron. Afortunadamente los rosetones medievales, una de las grandes maravillas de la historia del arte, se salvaron por milagro. 

Una frase medieval decía que todos los caminos del mundo llevan a Roma. No es exagerado decir que todos los caminos de la cultura llevan a París. París es el centro de la cultura de Occidente y Notre-Dame es su corazón. La consternación por el incendio y destrucción parcial de la catedral provocó reacciones en todo el mundo y una verdadera oleada de donaciones para reconstruir la catedral.

La situación pone el dedo en la llaga de un problema que todo visitante de París (y Francia) sabe: los templos en Francia están en un estado absolutamente ruinoso. Esto es un verdadero escándalo. Espero que esta muy dolorosa experiencia despierte la conciencia y se tomen medidas para evitar otras catástrofes.

Pero, si somos realistas, tendremos que admitir que nadie aprende en cabeza ajena. Hemos visto destrucciones del patrimonio cultural por negligencia en todas partes. Tan sólo se debe recordar la destrucción por fuego del castillo de Windsor, del Gran Teatro de Ginebra, el Teatro La Fenice y el Teatro Liceo de Barcelona. Todos estos edificios han sido reconstruidos. Hay otros casos muy dolorosos que vale la pena recordar como lo es el Museo Nacional de Brasil, donde, si bien se conservó el edificio, sus valiosas colecciones desaparecieron bajo las llamas.

Quisiera mencionar otros casos en donde se destruyeron edificios valiosísimos y que o bien ya se reconstruyeron o están en proceso de reconstrucción.

En la noche del 2 al 3 de septiembre un incendió destruyó la valiosa biblioteca Duquesa Anna-Amalia en Weimar. Mas de 50 000 volúmenes fueron destruidos. Otros 67 000 están dañados. Lo más doloroso fue que muchos manuscritos únicos se perdieron irremediablemente, aunque, afortunadamente, una parte considerable estaba digitalizada o se habían hecho microfilmes. A 14 años de esa desgracia se calcula que todavía faltan años hasta que el bellísimo edificio sea reconstruido completamente. Esta es una fotografía de la biblioteca antes de la destrucción.


Como he dicho, mucho del material, especialmente del piso de abajo, se logró salvar. Lo que sí se perdió fueron muchos manuscritos que se conservaban, aunque, una parte considerable estaba digitalizada. Quisiera recordar que entre las cenizas se encontró un manuscrito que se salvó de milagro y que era desconocido: una cantata de Bach que no se había descubierto. La pregunta que se impone es: ¿habrá habido más obras de  Bach que se conservaban ahí y que no habían sido descubiertas y se perdieron en las llamas?

Y, viendo el caso de esta valiosa biblioteca en Alemania me pregunto: ¿cuántas de las bibliotecas en México están seguras y, ante todo, se han digitalizado sus materiales? El caso importa considerando que del acervo de música virreinal se ha estudiado y editado menos del 1% de lo que aun se conserva. Tenemos en México muchísima música renacentista, barroca y neoclásica que está en más de 20 grandes archivos, algunos de dimensiones gigantes, que no han sido estudiados. De ellos tan sólo el archivo musical de la Catedral Metropolitana y de la Catedral de Puebla están fotografiados en microfiches. De la Metropolitana hay un muy pequeño acervo digitalizado, pero falta muchísimo. Si sucedieran incendios como en la Biblioteca de la Duquesa Anna Amalia perderíamos nuestra historia musical de siglos. Para quien ignora de qué se habla cuando hablamos de música mexicana de los siglos XVI, XVII y XVIII, el siguiente enlace presenta el ejemplo de una obra de Manuel de Sumaya, el gran compositor mexicano de la primera mitad del siglo XVIII.


No podemos permitir que este enorme acervo cultural se pierda si consideramos que ya perdimos una parte considerable de obras de Sor Juana Inés de la Cruz y otros poetas importantes del barroco, de los cuales solo sobreviven pocos ejemplos de su producción. Pienso al respecto de la muy dolorosa pérdida de las obras de Luis Sandoval Zapata, del cual sólo se conservan menos de 30 poemas de una producción enorme de poesía, obras de teatro, tratados filosóficos y teológicos. ¿Dónde están sus obras? Y lo mismo podemos decir de otros grandes poetas del barroco mexicano como Juan Carnero, un poeta poblano muy respetado y del cual sólo se conserva una obra, o Arias de Villalobos, uno de los primeros autores de teatro en México y del cual sólo se conserva un poema en que describe la ciudad de México a inicios del siglo XVII.

Ahora quisiera pasar a otro caso. Es un ejemplo particularmente espectacular para entender lo que significa la diferencia entre "restauración" y "reconstrucción". Se trata de la catedral de Nuestra Señora de Dresde (Frauenkirche). Después de los bombardeos organizados por los ingleses para destruir el patrimonio cultural alemán (a pesar de que el final de la guerra era inminente), la catedral, una de las grandes obras maestras del barroco de Europa Central, como consecuencia del calor del fuego, se colapsó. Prácticamente no quedó nada. Esta es una fotografía del estado de la catedral como quedó después de la guerra y cómo estuvo hasta inicios de los años 90 del siglo XX.





Mientras los socialistas mantuvieron la dictadura comunista en Alemania Oriental, no se hizo absolutamente nada al respecto. Pero, después de que Alemania Oriental se liberó de la dictadura comunista se iniciaron los trabajos de reconstrucción. Hoy en día la Catedral de Nuestra Señora de Dresde luce en su antiguo esplendor tanto en su construcción como también en su decoración interior. Al respecto hay que anotar que se reconstruyó toda la catedral tal cual lució antes de su destrucción. En el interior se reconstruyeron hasta las estatuas, las pinturas, el estuco y hasta el órgano monumental. Aquí dos fotografías de cómo luce hoy la catedral por afuera y por dentro. Las piedras negras que se observan son piedras de la antigua catedral y que, con estudios y computadora, se logró establecer en qué lugar se encontraban antes de la destrucción. Al reconstruir la catedral se reintegraron en exactamente el mismo lugar en que estaban antes.





La reconstrucción de la Catedral de Nuestra Señora de Dresde (Fraunkirche) es un ejemplo soberbio de conciencia cultural que debemos aprender en México.

Merece la pena, en este contexto, mencionar el caso del Palacio Real de Berlín. El edificio fue severamente destruido durante la 2ª Guerra Mundial, pero los daños no eran tales que no se hubiera podido reconstruir. No obstante, los comunistas lo dinamitaron. Aquí una fotografía del Palacio dañado por los bombardeos



Como he dicho, en lugar de reconstruirlo, los comunistas lo dinamitaron. En su lugar construyeron un adefesio que llamaron “Palacio de la República”. Esta es una fotografía de ese espantoso edificio comunista.




Después de la caída del Muro de Berlín se decidió tirar este adefesio y reconstruir el Palacio Real. Debo anotar que una parte considerable de tal empeño se está financiando con donaciones que los alemanes hacen mensualmente de modo voluntario. La reconstrucción va muy avanzada. Aquí una fotografía de 2018.



Para quien le interese, encontrará en el siguiente enlace fotografías y películas históricas del Palacio antes de la guerra, el estado en que se encontraba después del bombardeo, la filmación que hicieron los comunistas del momento en que lo dinamitaron y el proyecto de reconstrucción en su lugar original después de que se tiró el adefesio llamado “Palacio de la República” construido por los comunistas.


Estos son dos ejemplos de conciencia cultural en que se muestra que, a pesar de haber sido destruido un edificio de valor cultural y artístico, se recupera tal edificio por medio de una reconstrucción. 

Pero ¿qué sucede en México? Esa conciencia es ABSOLUTAMENTE INEXISTENTE. Aquí se han destruido y se destruye todos los días patrimonio cultural y ni por error se les ocurre reconstruirlo. Mencionaré un caso particularmente doloroso: el Teatro Nacional. 

Se trataba de un gandísimo Teatro con cupo para 3000 personas (el Palacio de Bellas Artes sólo da cabida 1400). Era la gran obra maestra de la arquitectura mexicana del siglo XIX debida a Lorenzo de la Hidalga. 

Aquí una litografía antigua del Teatro Nacional de México




Aquí una fotografía de ese teatro. 




Y aquí una pintura de cómo era el interior de ese magnífico teatro.




A finales del siglo XIX sufrió daños estructurales por un terremoto y, en lugar de salvarlo se tiró para hacer la calle de 5 de mayo. Aquí una fotografía del momento en que a martillazos se tiró este maravilloso teatro. 





Lo increíble es que al momento de su destrucción los mexicanos festejaron el hecho como un avance de la modernidad. Hoy estaríamos orgullosos de ese teatro.

Como este caso se podrían mencionar muchísimo casos de destrucción en todo el país. Tan sólo hay que considerar lo que fue el Paseo de la Reforma, una de las avenidas más bellas del mundo, que hoy es una avenida HORRENDA. 

Como la mayoría de la gente ni siquiera sospecha lo bella que fue la Ciudad de México antes que el imbécil comunista y analfabeta de Lázaro Cárdenas comenzara con su destrucción me permito poner algunas fotografías. 








Paseo de la Reforma se perdió en su totalidad como 90% del patrimonio arquitectónico que hacía de CDMX una de las ciudades más bellas del mundo. Hoy es un conglomerado de construcciones chatarra. Y, por supuesto, no existe la menor conciencia de reconstruir edificios históricos. Pero hay algunos casos en que no necesitamos llegar a los niveles de conciencia cultural e histórica de los alemanes, sino, simplemente, por un elemental sentido deberíamos salvar lo poco de patrimonio cultural que nos queda. Voy a dar algunos ejemplos particularmente dolorosos. 

En la calle de República del Salvador 59, se encuentra el palacio de don Pedro Romero de Terreros, conde de Regla y fundador del Monte de Piedad. La construcción  data del siglo XVIII y se consideró uno de los palacios más grandes de México. Hoy en día este palacio es una ruina y se está cayendo. Aquí una fotografía de cómo se encuentra el día de hoy.





Tenemos otro caso dramático: el Teatro Principal. Fue el teatro más antiguo de la Ciudad de México y se conservó hasta los año 30 del siglo XX en que hubo un incendio. Eso sucedió durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, y como es de esperarse de un analfabeta y destructor como lo fue Cárdenas, se mandó tirar el edificio en lugar de reconstruirlo. Aquí una fotografía de lo que fue el Teatro Principal que se encontraba en la calle de Bolívar 30.



Durante años hubo ahí un lote baldío. Luego se construyeron algunas oficinas, manteniendo la mayor parte del solar como lote baldío para un estacionamiento. Así es como luce hoy. No se dejen engañar: atrás está el lote baldío y si hubiera conciencia cultural se tiraba este bodrio y se reconstruía el teatro.



Ahora quisiera presentarles otro caso en que se observa dolorosamente la falta de conciencia cultural de México. Se trata del Teatro Virginia Fábregas que, en la segunda mitad del siglo XX, fue comprado por Irma Serrano. Esta es una fotografía del teatro como era antes.


Irma Serrano tiró la fachada y en los salones que tenía el teatro construyó departamentos. El resultado es este.





No obstante esta destrucción, se conservó la estructura del edificio antiguo. Por ello se puede reconstruir la fachada y los salones. Pero lo más importante es que atrás de esa horrenda fachada se conservó el antiguo Teatro Virginia Fábregas. esta es una fotografía de cómo está por dentro con sus palcos, estucos y dorados.





Esto significa que, si hubiera conciencia cultural, se puede recuperar el Teatro Virginia Fábregas reconstruyendo su fachada y restaurando el teatro por dentro.  Muy diferente es el caso del Teatro Lírico en la calle de Cuba 46. Esta es una fotografía de ese teatro.




Hace algunos años se tiró todo el teatro y sólo se conservó la fachada. Si hubiera conciencia cultural se reconstruiría el teatro como era y la CDMX ganaría un espacio muy importante. La fachada luce hoy así: 



Otro caso similar es el del Cine Teatro Opera en la calle de Serapio Rendón, que fue un magnífico teatro y cine en art-decó. Es el único que sobrevive de una ola de destrucción de los espectaculares cines antiguos que hubo en la ciudad de México. De haberse conservado esos cines serían atracción turística. Esta es la fachada del edificio y algunas fotografías del interior. Las imágenes son dolorosas al revelar el esplendor que tuvo.









Finalmente quiero llamar la atención sobre un magnífico mosaico que se encuentra en la S.S.S. en Av. José Vasconcelos. El edificio es del gobierno y no obstante no se hace nada para salvar este monumental mural-mosaico que todos los días se destruye más. La imagen habla por sí misma y no necesita mayor comentario





Con estos ejemplos en mente recuerdo la oferta de Marcelo Ebrard de mandar ayuda de México para reconstruir la Catedral de Notre Dame.  Su ignorancia, ampliamente conocida, se demuestra nuevamente al ofrecer ayuda a Francia cuando aquí lo poco de patrimonio cultural que conservamos se está cayendo a pedazos.

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