miércoles, 5 de julio de 2017

Lo que revela el incendio en el Palacio de Bellas Artes




En la madrugada del día de hoy, 1º de julio de 2017, ha sucedido un incendio en el Palacio de Bellas Artes. Especialistas de muy diversas disciplinas han advertido del peligro que representa el estado del Palacio de Bellas Artes y del pésimo estado en que se encuentra la instalación eléctrica del recinto, no renovada desde la inauguración del teatro en 1934. El suceso acaecido en la madrugada del día de hoy confirman las advertencias hechas desde hace años.

  Para las muy fracasadas festividades del Bicentenario del inicio de la Independencia de México se decidió intervenir el Palacio de Bellas Artes. El punto central era justo la apremiante necesidad de renovar la infraestructura eléctrica de todo el conjunto. Para el caso se cerró el Palacio de Bellas Artes durante tres años. En ese momento Teresa Vicencio estaba al frente de la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes. Ella fue la responsable de toda la intervención. El caso que la asignaran al frente de la Dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes es sorprendente no sólo por las claras limitaciones de la Sra. Vicencio, sino por la experiencia que se tenía de ella, considerando la alteración arquitectónica que ordenó del Centro Cultural Tijuana, que había “dirigido” anteriormente. Que haya sido asignada para tal altísimo puesto en el Instituto Nacional de Bellas Artes no se explica por sus méritos, claramente inexistentes, sino por ser hija de un de los fundadores del Partido Acción Nacional, partido político que en ese momento estaba en el poder. La Sra. Vicencio fue aconsejada para la intervención en Bellas Artes por Philippe Amand. El Sr. Amand estudió la carrera de dirección teatral y escenografía, es decir, no tiene idea de lo que es la intervención arquitectónica de un edificio de tal altísimo valor como lo es el Palacio de Bellas Artes.

    Los arquitectos designados para intervenir el Palacio de Bellas Artes, los señores Gantous, no tienen ninguna experiencia al trabajar en edificios catalogados como monumentos históricos, culturales y artísticos tanto por instituciones mexicanas como por la UNESCO, pero en su trayectoria destacan que obtuvieron un premio por la decoración de un salón de belleza.

El 19 de noviembre de 2010 se reinauguró la sala de espectáculos del Palacio de Bellas Artes en un acto que se consideró el punto culminante de las (fracasadas) festividades realizadas para conmemorar el bicentenario del inicio de la independencia de México. A los pocos días de la reinauguración inicié la denuncié de los muy severos daños realizados al edificio (Destrucción del patrimonio en el Palacio de Bellas Artes: http://www.proceso.com.mx/258977/destruccion-del-patrimonio-en-el-palacio-de-bellas-artes  // Bellas Artes: fallas acústicas e inseguridad: http://www.proceso.com.mx/259488/bellas-artes-fallas-acusticas-e-inseguridad-2). A partir de tal denuncia, especialistas alzaron la voz y completaron la información. Después de investigaciones diversas, se estableció que la destrucción cometida del Palacio de Bellas Artes resultó ser mucho mayor de lo imaginado. Como ejemplo de tales denuncias vale la pena volver a leer el texto del Arq. Jiménez, el mayor especialista en la arquitectura del Palacio de Bellas Artes y autor de muy significativos libros y estudios sobre el edificio
(http://www.litorale.com.mx/litorale/edicion5/PDF/05_El%20Palacio%20de%20Bellas%20Artes.pdf) En tal texto, el Arq. Jiménez hace un recuento de algunos de los muchos daños cometidos al recinto por Teresa Vicencio y Philippe Amand: se destruyó la maquinaria teatral a pesar de que un estudio del Instituto de Ingeniería de la UNAM (El Financiero, 17 de agosto de 2011) mostraba que tal funcionaba correctamente y que sólo se necesitaba darle mantenimiento. En lugar de ello se instaló una maquinaria carísima (420 millones), que sólo se utilizó dos o tres veces (entre otras para la producción de “Fidelio” y “Russalka”), y, luego se ha dejado de emplear. 



  La destrucción de la arquitectura correspondiente provocó la alteración de la acústica que se trató de maquillar instalando 350 bocinas en todo el recinto (y que, oficialmente, costaron 37 millones y medio de pesos). En este punto el lector debe reflexionar un minuto para valorar en que estado quedó la acústica de un teatro de ópera si le tuvieron que colocar 350 bocinas. Antes de esa intervención, como lo demuestran estudios existentes, la acústica del Palacio de Bellas Artes era muy buena y fácilmente mejorable a niveles óptimos. Ahora, como se ha comprobado desde la intervención, la acústica es pésima por no decir inexistente. La acústica en Bellas Artes es tan mala que decidieron ampliar el escenario y extenderlo hasta casi la mitad de la sala de espectáculos. Ahora los músicos no tocan en el escenario, sino a media sala y, a pesar de ello, sólo se escucha una masa sonora informe y de pésima calidad.

    Los palcos fueron destruidos, sacándose el mármol a martillazos y colocando paredes de triplay, el mismo material utilizado para las nuevas puertas. ¿Dónde quedaron las puertas de madera y la bellísima herrería en estilo art-decó, ahora substituida por elementos de tipo “helvex”?

     Un punto muy importante en este proceso de destrucción es que se quitaron pasillos de emergencia, se clausuraron salidas, se colocaron escalones de peralto muy desigual que dificultan la salida del público en un caso de emergencia, además de que se cubrió toda la sala con madera no tratada contra incendios y que, además, resulta no sólo de pésimo gusto, sino que agrede visualmente el conjunto y el estilo.  Como consecuencia de la presión ejercida por opiniones calificadas y especializadas, la Secretaría de Protección Civil del Gobierno del Distrito Federal realizó un estudio de la sala de espectáculos del Palacio de Bellas Artes y dictó que ahora el recinto es de “ALTO RIESGO”. El caso es por demás escandaloso: ¿cómo es posible que no se clausurara inmediatamente el Palacio de Bellas Artes considerando el enorme peligro en que se encuentra el público asistente a tales espectáculos y, además, el riesgo nacional e internacional que significa tal situación si se considera que es un recinto al que acude el Presidente de la República junto con otros altos miembros del gobierno y dignatarios extranjeros? Tan sólo hay que imaginarse la crisis política y económica no sólo a nivel nacional, sino también internacional si ocurriese un siniestro durante un acto en que esté en tal edificio el Presidente y, por ejemplo, la canciller de la República Alemana, la Sra. Angela Merkel, que visitó hace pocos días México?

    Hay que recordar que, Teresa Vicencio, la responsable de la destrucción de la sala de espectáculos del Palacio de Bellas Artes, y su amigo Philippe Amand, responsable en muchos puntos de la planeación y realización de tal remodelación, si bien destruyeron uno de los teatros de ópera más bellos del mundo y el único a nivel mundial en estilo art-decó, nunca hicieron lo que debieron hacer y para lo cual se les dio el dinero: no se cambió la instalación eléctrica y vieja del Palacio de Bellas Artes. Esa era la meta de la intervención para evitar un accidente en ese recinto.

     En la madrugada del día de hoy ha sucedido un incendio en el Palacio de Bellas Artes. Afortunadamente sucedió en la madrugada, no hubo público en la sala, sucedió en la parte posterior del edificio y se logró controlar.  Pero ¿cuánto tiempo pasará para que suceda una catástrofe mayor?

Es de mayor urgencia cerrar el Palacio de Bellas Artes, llamar a verdaderos especialistas para intervenir el edificio, reconstruir la sala a sus valores artísticos, culturales, históricos y acústicos originales y, ante todo, arreglar lo que la Vicencio debió hacer y no hizo: la instalación eléctrica que en la madrugada del día hoy ha demostrado que es un verdadero peligro para el público, para la seguridad política de la nación y para el patrimonio cultural de México.


http://www.huffingtonpost.com.mx/alberto-prez-amador-adam/lo-que-revela-el-incendio-en-el-palacio-de-bellas-artes_a_23011787/