En la madrugada del día de hoy, 1º de julio de 2017,
ha sucedido un incendio en el Palacio de Bellas Artes. Especialistas de muy
diversas disciplinas han advertido del peligro que representa el estado del
Palacio de Bellas Artes y del pésimo estado en que se encuentra la instalación
eléctrica del recinto, no renovada desde la inauguración del teatro en 1934. El
suceso acaecido en la madrugada del día de hoy confirman las advertencias hechas
desde hace años.
Para las muy fracasadas
festividades del Bicentenario del inicio de la Independencia de México se
decidió intervenir el Palacio de Bellas Artes. El punto central era justo la
apremiante necesidad de renovar la infraestructura eléctrica de todo el
conjunto. Para el caso se cerró el Palacio de Bellas Artes durante tres años. En
ese momento Teresa Vicencio estaba al frente de la dirección del Instituto
Nacional de Bellas Artes. Ella fue la responsable de toda la intervención. El caso
que la asignaran al frente de la Dirección del Instituto Nacional de Bellas
Artes es sorprendente no sólo por las claras limitaciones de la Sra. Vicencio,
sino por la experiencia que se tenía de ella, considerando la alteración
arquitectónica que ordenó del Centro Cultural Tijuana, que había “dirigido”
anteriormente. Que haya sido asignada para tal altísimo puesto en el Instituto
Nacional de Bellas Artes no se explica por sus méritos, claramente
inexistentes, sino por ser hija de un de los fundadores del Partido Acción
Nacional, partido político que en ese momento estaba en el poder. La Sra.
Vicencio fue aconsejada para la intervención en Bellas Artes por Philippe
Amand. El Sr. Amand estudió la carrera de dirección teatral y escenografía, es
decir, no tiene idea de lo que es la intervención arquitectónica de un edificio
de tal altísimo valor como lo es el Palacio de Bellas Artes.
Los arquitectos designados para intervenir el Palacio
de Bellas Artes, los señores Gantous, no tienen ninguna experiencia al trabajar
en edificios catalogados como monumentos históricos, culturales y artísticos
tanto por instituciones mexicanas como por la UNESCO, pero en su trayectoria
destacan que obtuvieron un premio por la decoración de un salón de belleza.
El 19 de noviembre de
2010 se reinauguró la sala de espectáculos del Palacio de Bellas Artes en un
acto que se consideró el punto culminante de las (fracasadas) festividades
realizadas para conmemorar el bicentenario del inicio de la independencia de
México. A los pocos días de la reinauguración inicié la denuncié de los muy
severos daños realizados al edificio (Destrucción del patrimonio en el Palacio
de Bellas Artes: http://www.proceso.com.mx/258977/destruccion-del-patrimonio-en-el-palacio-de-bellas-artes //
Bellas Artes: fallas acústicas e inseguridad: http://www.proceso.com.mx/259488/bellas-artes-fallas-acusticas-e-inseguridad-2).
A partir de tal denuncia, especialistas alzaron la voz y completaron la
información. Después de investigaciones diversas, se estableció que la
destrucción cometida del Palacio de Bellas Artes resultó ser mucho mayor de lo
imaginado. Como ejemplo de tales denuncias vale la pena volver a leer el texto
del Arq. Jiménez, el mayor especialista en la arquitectura del Palacio de
Bellas Artes y autor de muy significativos libros y estudios sobre el edificio
(http://www.litorale.com.mx/litorale/edicion5/PDF/05_El%20Palacio%20de%20Bellas%20Artes.pdf) En tal texto, el Arq. Jiménez hace un
recuento de algunos de los muchos daños cometidos al recinto por Teresa
Vicencio y Philippe Amand: se destruyó la maquinaria teatral a pesar de que un
estudio del Instituto de Ingeniería de la UNAM (El Financiero, 17
de agosto de 2011) mostraba que tal funcionaba correctamente y que sólo se
necesitaba darle mantenimiento. En lugar de ello se instaló una maquinaria
carísima (420 millones), que sólo se utilizó dos o tres veces (entre otras para
la producción de “Fidelio” y “Russalka”), y, luego se ha dejado de emplear.
La
destrucción de la arquitectura correspondiente provocó la alteración de la acústica que se trató de
maquillar instalando 350 bocinas en todo el recinto (y que, oficialmente,
costaron 37 millones y medio de pesos). En este punto el lector debe
reflexionar un minuto para valorar en que estado quedó la acústica de un teatro
de ópera si le tuvieron que colocar 350 bocinas. Antes de esa intervención,
como lo demuestran estudios existentes, la acústica del Palacio de Bellas Artes
era muy buena y fácilmente mejorable a niveles óptimos. Ahora, como se ha
comprobado desde la intervención, la acústica es pésima por no decir
inexistente. La acústica en Bellas Artes es tan mala que decidieron ampliar el
escenario y extenderlo hasta casi la mitad de la sala de espectáculos. Ahora
los músicos no tocan en el escenario, sino a media sala y, a pesar de ello, sólo
se escucha una masa sonora informe y de pésima calidad.
Los palcos fueron destruidos, sacándose el mármol a
martillazos y colocando paredes de triplay, el mismo material utilizado para
las nuevas puertas. ¿Dónde quedaron las puertas de madera y la bellísima
herrería en estilo art-decó, ahora substituida por elementos de tipo “helvex”?
Un punto muy importante en este proceso de destrucción
es que se quitaron pasillos de emergencia, se clausuraron salidas, se colocaron
escalones de peralto muy desigual que dificultan la salida del público en un
caso de emergencia, además de que se cubrió toda la sala con madera no tratada
contra incendios y que, además, resulta no sólo de pésimo gusto, sino que
agrede visualmente el conjunto y el estilo. Como consecuencia de la presión ejercida por
opiniones calificadas y especializadas, la Secretaría de Protección Civil del
Gobierno del Distrito Federal realizó un estudio de la sala de espectáculos del
Palacio de Bellas Artes y dictó que ahora el recinto es de “ALTO RIESGO”. El
caso es por demás escandaloso: ¿cómo es posible que no se clausurara
inmediatamente el Palacio de Bellas Artes considerando el enorme peligro en que
se encuentra el público asistente a tales espectáculos y, además, el riesgo
nacional e internacional que significa tal situación si se considera que es un
recinto al que acude el Presidente de la República junto con otros altos
miembros del gobierno y dignatarios extranjeros? Tan sólo hay que imaginarse la
crisis política y económica no sólo a nivel nacional, sino también
internacional si ocurriese un siniestro durante un acto en que esté en tal
edificio el Presidente y, por ejemplo, la canciller de la República Alemana, la
Sra. Angela Merkel, que visitó hace pocos días México?
Hay que recordar que, Teresa Vicencio, la responsable
de la destrucción de la sala de espectáculos del Palacio de Bellas Artes, y su
amigo Philippe Amand, responsable en muchos puntos de la planeación y
realización de tal remodelación, si bien destruyeron uno de los teatros de
ópera más bellos del mundo y el único a nivel mundial en estilo art-decó, nunca
hicieron lo que debieron hacer y para lo cual se les dio el dinero: no se
cambió la instalación eléctrica y vieja del Palacio de Bellas Artes. Esa era la
meta de la intervención para evitar un accidente en ese recinto.
En la madrugada del día de hoy ha sucedido un incendio
en el Palacio de Bellas Artes. Afortunadamente sucedió en la madrugada, no
hubo público en la sala, sucedió en la parte posterior del edificio y se logró
controlar. Pero ¿cuánto tiempo pasará
para que suceda una catástrofe mayor?
Es de mayor urgencia cerrar el Palacio de Bellas
Artes, llamar a verdaderos especialistas para intervenir el edificio,
reconstruir la sala a sus valores artísticos, culturales, históricos y
acústicos originales y, ante todo, arreglar lo que la Vicencio debió hacer y no
hizo: la instalación eléctrica que en la madrugada del día hoy ha demostrado
que es un verdadero peligro para el público, para la seguridad política de la
nación y para el patrimonio cultural de México.
http://www.huffingtonpost.com.mx/alberto-prez-amador-adam/lo-que-revela-el-incendio-en-el-palacio-de-bellas-artes_a_23011787/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nombre:
Correo electrónico: